Al recientemente
galardonado con el Nobel de Medicina Shinya Yamanaka no le faltan proyectos
para combatir la enfermedad. La Medicina Regenerativa con células madre
necesita disponer en cantidad de las codiciadas células pluripotenciales
(capaces de diferenciarse a cualquiera de los tipos que forman el cuerpo
humano), pero salvando los dos grandes agujeros negros de la investigación
científica del último decenio. Evitar, por un lado, que las células sean
inmunológicamente rechazadas por el paciente. Y por otro, lograr los efectos
deseados de la pluripotencialidad, sin que estas lleguen a un estado
embrionario, en el que podrían hacerse tumorales.
Shinya Yamanaka logró en
2007, con las llamadas iPS (células de pluripotencialidad inducida) rejuvenecer
las células madre del adulto. Y desde entonces ha seguido con el control de su
diferenciación en pruebas animales. También las iPS han servido como modelo
para el estudio de enfermedades y probar medicamentos.
Pero el sueño de usarlas
para medicina regenerativa está cada día más cerca. Estas últimas semanas
Yamanaka ha publicado un importante estudio: un modelo celular para estudiar la
esterilidad, femenina y la masculina, que nunca se había logrado y que podrá
permitir curarla.
También las iPS estarán,
al menos en Japón, al alcance de más personas. Porque preparar para cada
paciente unas células concretas a partir del rejuvenecimiento de las suyas, es
largo, laborioso y caro. Tiene que haber un sistema de suministro.
La última noticia es que
tiene prevista la creación de un banco de células madre para uso terapéutico.
Hace unas semanas le aprobaron su sueño anhelado: la creación de líneas
celulares a partir de las miles de muestras de la sangre del cordón umbilical
que no se vayan a utilizar para otros tratamientos. Su plan es crear, para el
2020, un conjunto estándar de 75 líneas de células iPS que son suficientes como
para poder ser toleradas sin rechazo por el 80% de la población japonesa.
Necesitará muestras de unas 64.000 personas para encontrar los perfiles inmunológicos
que cubran a la mayoría de la población. Utilizando muestras de sangre de los
ocho bancos de sangre de cordón de Japón, inutilizables para otros
procedimientos médicos, tendría ya unas 29.000 muestras procesadas. La
diversidad genética en Japón es relativamente baja y se necesitan menos
muestras para abarcar los perfiles inmunológicos de la mayor parte de la
población. En otros países será más difícil.
Japón está invirtiendo
decenas de millones de dólares cada año en ocho proyectos a largo plazo para
llevar las terapias con iPS a la práctica clínica, incluyendo los 2,5 millones
de dólares por año que aporta EE.UU para la enfermedad de Parkinson en el
Centro de la Universidad de Kyoto que dirige Yamanaka. A este programa le
faltan al menos tres años para los ensayos clínicos.
Mientras, la mayoría de los bancos iPS fuera de
Japón se especializan en células de personas con enfermedades, para su uso en
la investigación que más tarde dará lugar a otros tratamientos. Por ejemplo, el
Instituto de Medicina Regenerativa de California en San Francisco planea
depositar unas 3.000 líneas de células para su distribución a los
investigadores
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